Florencia Guerra – Arquitectura Emocional | Coach Ontológica

Autenticidad y amor propio: la base de todo vínculo

Vivimos en un mundo donde los vínculos reales —la verdad, la lealtad, el amor— parecen escasear. Miramos las noticias o escuchamos historias cotidianas y nos preguntamos:
¿Cómo es posible tanta falta de empatía? ¿Cómo alguien puede dañar a otro sin sentirlo?

La respuesta suele estar en la falta de amor. Cuando estamos desconectados de nosotros mismos, nos volvemos fríos, reactivos, egoístas o envidiosos. El dolor no reconocido se transforma en proyección hacia afuera: criticamos, nos quejamos, culpamos al otro y nos convencemos de que “el problema está afuera”.

Pero la verdad es que todo está en nosotros. Como señala Jiddu Krishnamurti:

“La única relación auténtica y duradera que vamos a vivir a lo largo de toda nuestra vida es la relación que mantenemos con nosotros mismos. El resto de las relaciones no son más que un juego de espejos y proyecciones.”

El círculo de la queja

Cuando esperamos que el jefe cambie, que la pareja nos entienda, que la familia actúe distinto… nos quedamos atrapados en la ilusión. Queremos un milagro sin movernos del lugar de siempre. Y como dice Gandhi:

“Sé el cambio que quieres ver en el mundo.”

El secreto está ahí: dejar de esperar el cambio en el otro y empezar por uno mismo.

Cómo empezar a cambiar (desde el coaching)

  • Detenete y escuchate. Antes de reaccionar, hacete la pregunta: ¿qué me duele de esto que estoy viviendo?
  • Reconocé tus proyecciones. Lo que más te molesta del otro suele ser reflejo de algo no resuelto en vos.
  • Dejá de alimentar la queja. Convertí esa energía en acción concreta para mejorar tu vida.
  • Practicá el amor propio. Mimate, cuidate, conocete. La mejor versión de vos nace del respeto hacia vos mismo.
  • Elegí conscientemente. Cada día es una oportunidad de decidir desde la paz en lugar de desde la queja o el miedo.

El camino de la autenticidad

Sanar no es un destino, es un proceso. Y es el único camino hacia la paz, la prosperidad y la felicidad que tanto buscamos. Cuando dejamos de contaminarnos con quejas y frustraciones, y nos hacemos responsables de nuestro propio bienestar, los vínculos con los demás se transforman naturalmente.

Porque al fin y al cabo, ser auténticos y amarnos a nosotros mismos es la forma más poderosa de transformar el mundo.