Seguramente en algún momento has escuchado este término tan de moda: Coaching. Y qué es? De qué se trata? Por qué todos hablan de eso?
Voy a contarte de qué se trata, no solo para que te hagas una idea de lo que es, sino también para que veas si puede ser algo que te sume en este momento de tu vida.
En primer lugar, considero que la búsqueda interior, cuestionarse, buscar ciertas respuestas que puedan llevar a conocernos y tener un mejor manejo de las emociones debería ser prioridad en nuestra vida. De la forma que lo considere cada uno, pero recomiendo profundamente hacecrlo de la mano de profesionales que nos guíen y acompañen en el proceso. Creo que ir al psicólogo debería ser obligatorio y casi tan importante como ir al colegio. Nuestra salud mental, el control de nuestras emociones, exteriorizar todo lo que pasa en nuestro interior son cosas esenciales para una vida equilibrada, sana y feliz.
Pero sobre todo creo que cuestionarnos constantemente es lo único que puede llevarnos a vivir una vida propia, sin copiar, sin hacer lo que se nos dice e impone sino lo que sentimos, eso que nace de nosotros. Lo que nos lleva a vivir desde el ser, crear la vida que nos pertenece y no la que nos tocó.
Y es justamente ésta la invitación del coaching.
El coaching es un proceso de evolución personal y aprendizaje. Donde desde el lenguaje, cuerpo y emociones, se estudia al ser. No solo deteniéndose en el Ser que se es sino también en lo que no se es. Dado que ésta es una nueva oportunidad de ser. Lo que quiero decir con esto, es que para el coaching tu verdadero ser no es algo establecido, fijo, que no se puede cambiar, sino que estamos constantemente en un proceso del devenir, donde todo es una posibilidad. Podemos moldear nuestro Ser para lograr todo eso que soñamos, y convertirnos en la mejor versión de nosotros mismos.
El coaching, a diferencia de otras terapias, no estudia la historia, no va al pasado ni se centra en el ‘Por qué’ de lo que nos pasa, sino va más bien en busca del ‘Para qué’. Cuál puede ser el beneficio oculto de lo que estamos experimentando. De qué forma podemos llegar a ser cocreadores de esa realidad. Cuales son nuestras creencias limitadoras que nos llevan a interpretar nuestro problema como tal. No busca respuestas en el pasado ni trata de solucionar un problema, sino se pone metas y trabaja en el presente para lograr un cambio en el futuro. No ve al problema como tal, sino como una posibilidad de crear una nueva realidad y de obtener algo mejor de lo que estábamos esperando, una oportunidad de mejora o crecimiento.
En coaching se ofrece una verdadera escucha activa y preguntas muy poderosas que pueden gatillar muchos sentimientos, emociones o actitudes en el cliente (o coachee). Tal vez en el momento no se tienen las respuestas a estas preguntas, pero el verdadero éxito del trabajo de coaching está en el nivel de compromiso que tenga el cliente y sobre todo en lo que pasa entre sesión y sesión, cómo el coachee procesa todo lo que se habló. Ahí es cuando van surgiendo sus respuestas y van naciendo sus ‘darse cuenta’.
Un proceso de coaching es completamente flexible puede ir de 3 a 6 sesiones, donde se trabaja el objetivo específico a alcanzar. Este puede ser algún malestar que se siente en el día a día, ya sea relacionado con la propia personalidad, o con el trabajo, la profesión, la familia, la pareja, el entorno o lo que sea que la persona desee alcanzar.
Antes de arrancar el proceso, en general, se da al coachee una tarea llamada ‘La rueda de la vida’. Es un gráfico que permite evaluar los distintos aspectos de la vida (del 1 al 10) para identificar el grado de satisfacción que se tiene en la actualidad para poder así establecer de manera más clara los objetivos y metas a trabajar con el fin de encontrar el equilibrio deseado.
Particularmente a mí, me gusta reinterpretarlo como ‘El diamante de la vida’ en el cual el ‘yo’ (uno mismo) se encuentra en el centro y la idea es ir puliendo ese diamante hasta llegar justamente al verdadero ser, a nuestra autenticidad.
En la integridad del proceso se desafían nuestras creencias, nuestros juicios, nuestros paradigmas, para dar lugar a una nueva forma de ser en el mundo. Se busca crear un nuevo observador que ve la vida desde una perspectiva diferente. El coach guía al cliente hacia su propia verdad, asistiéndolo para que sus ideas salgan a la luz. Se trabaja en conjunto con total sinergia, haciendo distinciones, tomando consciencia y creando conversaciones que abrirán posibilidades y llevarán al cliente a trascender su propia historia. Diseñan juntos acciones que vayan en coherencia con los deseos del cliente y lo que quiere lograr.
Como decía anteriormente, es el camino hacia el “darse cuenta”. A lo largo de la conversación que se tiene el cliente comienza solo y automáticamente a darse cuenta de pequeñas cosas de su persona que antes no había notado. Estas cosas que vemos son las que nos permitirán entender la vida y las situaciones que nos tocan atravesar de una forma menos reactiva y más proactiva. Con mayor consciencia y responsabilizándonos de la situación.
El coach ve al cliente como el potencial que es, cree en su capacidad más que él mismo. Trabaja en la posibilidad de ser del cliente para que llegue a ser más grande de lo que su mente le ha permitido imaginar. Busca de esta forma, desplegar todo el potencial de su ser para vivir una vida en plenitud.
El coaching invita a moverse de la posición de víctima de la vida y pasar a adoptar una posición de responsabilidad integral donde podemos reconstruir nuestra realidad y lograr los resultados que esperamos. Siempre atendiendo nuestras emociones y los procesos internos que podemos estar atravesando.
En su rol de escucha activa, el coach realiza preguntas sumamente poderosas que invitaran al cliente a conocerse a si mismo, a abrazar al dolor, a transitar las emociones, y tomar consciencia de su forma de ser y su forma de observar la realidad. Desafiando así la posibilidad de afrontar esas situaciones en las que nos sentimos incompetentes de la forma en que realmente nos gustaría enfrentarlas.
“Ninguna experiencia es, en si misma, la causa de nuestro éxito o de nuestro fracaso. No sufrimos por el shock de lo que experimentamos, sino que hacemos de ello lo que mas nos convenga a nuestros propósitos. Nuestras experiencias no nos determinan: lo que resulta determinante es el significado que les atribuimos.”
Adler
Lo interesante de esta mirada es que podemos responsabilizarnos de la realidad que experimentamos, dado que no sufrimos por lo que esta pasando sino por nuestra creencia de cómo debería ser.
Por esto mismo es que los invito a que se animen a realizar este camino de descubrimiento y liberación. Es una invitación a darle un giro a sus vidas y vivir una vida de todo corazón.