Terminar la facultad es alzar las manos al cielo para cualquier persona, SOS LIBRE. Vas a tener un sueldo, un trabajo que te permita aplicar tus conocimientos y sobretodo seguir aprendiendo porque de eso nunca se termina. La vida ideal uno se imagina. Y sin embargo es un círculo más, cada etapa tiene sus complicaciones y la gente es la misma. La universidad es apenas un primer pantallazo de lo que podés encontrar afuera.
En la arquitectura sobre todo porque hay mucha gente egocéntrica, gente que en lo único que piensa es en ganar más y encontrar la forma de explotar la circunstancia al máximo para que su bolsillo tome cada vez más volumen. No importa el otro, no importa la arquitectura, el confort, la calidad, los espacios, no importa dar. Lo importante es sacar. Y sacar hasta que no quede nada por explotar.
Últimamente tengo la impresión de que la humanidad se pierde. Se pierde en su afán de ambición. Nos olvidamos del que tenemos al lado, nos olvidamos de ayudar y solo estamos sumidos en una vorágine de querer más, para mostrar, para alardear, para sentirnos mejor con nosotros mismos. Sin darnos cuenta que para sentirnos mejor con uno mismo basta con frenar, mirar, escuchar, detenerse un instante en el hoy y el ahora. Ser más empáticos y dar. Dar, dar y dar todo de nosotros a quien lo necesite, a quien nos da y a quien no también. Detenerse para pensar a dónde vamos, qué estamos haciendo. Y no dejarnos arrastrar por esa ola descontrolada que nos arrebata todo lo que nos hace lindos como personas.
Y por esta razón algo que debería ser lindo se convierte en una pesadilla. Y un día entrás a trabajar en un lugar nuevo, cargada de miedos, nervios y ansiedad por todo lo nuevo que empieza pero sobretodo desbordada de energía, motivación y entusiasmo. Preparada para dar todo de vos y más también.
Porque te abrís y querés dar hasta más de lo que tenés. Y si no lo sabés lo estudiás, lo preguntás, lo averiguás. Y si no terminás te lo llevás a tu casa, trabajás el fin de semana. Pero vas a cumplir tu deber y de la mejor forma.
Lo lamentable es que un día esa energía se nos va. Se nos va lentamente en el agonizante transcurso del día, en esas 8, 10 y 15 horas esclavas que terminan con nuestra motivación y peor aún se llevan nuestros sueños. Así es como día a día le dejamos a nuestros jefes un pedacito de nuestras vidas. Y qué poco valorado es. Qué poco parecen valer nuestras vidas a los ojos del sistema.
Hora tras hora entre cuatro paredes, sin estímulos, dando todo de vos, alimentando los sueños de él y matando poco a poco los tuyos. Minuto a minuto, dejando tu tiempo, tu capacidad, tu energía para después de 30 días (con suerte) te paguen la comida, el alquiler, los impuestos y eso es todo. Porque si tenés la suerte de que sobre tenés la desgracia de no poder vivirla. Porque qué hago con el dinero si no tengo tiempo para vivirlo? De qué nos sirve llenarnos los bolsillos si nos estamos olvidando de disfrutar?
15 días al año? un mes? Sinceramente se cree que eso puede equilibrar el desgaste mental y estrés físico que se vive el resto del año?.
«Eres un ciudadano prefabricado que encaja en el molde que necesita la sociedad para perpetuar el sistema económico. En función del país y del barrio en el que hayas sido educado, ahora mismo te identificas con una cultura, una religión, una política, un empleo y una moda determinada, igual que el resto de tus vecinos.»
Clay Newman
Somos una máquina. Somos lo que el sistema quiere que seamos. Y día a día lloramos, nos quejamos y nos sentimos atrapados en la telaraña de la rutina. Impotentes. Pero sin telaraña no hay comida. Y qué tal si nos sacamos esas telas de una vez y vamos en busca de eso que necesitamos? Si dejamos el miedo atrás y corremos nuevamente en la dirección de nuestros sueños. Si volvemos a creer en nosotros, si nos reencontramos con ese entusiasmo y adrenalina que se sentía el primer día de trabajo, pero esta vez POR NOSOTROS. POR UNO MISMO. Esta vez que valga la pena. Levantémonos del sillón, dejemos las quejas atrás, soltemos los miedos y lancémonos a vivir la hermosa vida que tenemos. Alcemos las manos al cielo, pero porque estamos vivos, somos libres y capaces de hacer hasta lo inimaginable. SOMOS INFINITOS.
“La vida es tiempo y la gente que te hace perder el tiempo te saca la vida.”
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