Desde el primer instante en que llegamos a este mundo lo único que esperamos es AMOR. Y empezamos a demandarlo ya con el primer llanto tras esa herida de separación que nos queda después de un momento tan traumático donde toda nuestra paz y armonía se ven interrumpidas por el caos del mundo al que acabamos de llegar.
Creo que la sensación que tuvo Jill Bolte Taylor al despertar tras haber tenido el ictus se debe relacionar mucho con ese momento. Volvió a nacer pero con 30 años. Y en su libro Un ataque de lucidez describe muy bien cómo es ese instante en que se enfrenta al mundo solo con el hemisferio derecho del cerebro, sin la capacidad de racionalizar ni entender ese desorden que la rodea y atenta con su paz, con esa sensación de sentirse uno con el universo, de ser una estela de energía en completo equilibrio con el entorno. Sensación que no solo se ve interrumpida de un momento al otro, sin preparación alguna, sino que nos van a ir llevando poco a poco a relacionarnos con ese mundo caótico y ya nunca volveremos a nuestra esencia de vida.
Y nos vamos familiarizando tanto y tan rápido con todo esto que terminamos aferrándonos con garras a la vida y a su caos, pensando que tenemos todo controlado y que podríamos vivir eternamente. Pero mientras tanto sufrimos, nos angustiamos, vivimos por solo el hecho de estar vivos, pero enredados en esa telaraña que no nos permite despegar, correr, darnos la posibilidad de ir más allá de nuestras circunstancias y entender que la vida es mucho más que eso. Es mucho más que unos padres que no te quisieron lo suficiente, unos amigos que no te valoran como mereces, un novio que te maltrata, unos profesores que subestiman tus capacidades, un jefe que te desprecia, un sueldo que no alcanza.
Esa herida, ese trauma, ese momento crítico en que nos despegan de los más preciado que tenemos, ese instante dejame decirte que no es en vano.
No venimos a la vida a quejarnos y esperar que pasen los días y por arte de magía se cumplan todas esas cosas que pedimos a Dios mientras estamos tirados en el sillon. Nos creemos desgraciados? no tenemos suerte? mi realidad es dura y eso es lo que me tocó? NO. Tu realidad es únicamente la que vos elegís día a día. Vos y sólo vos sos el que elige estar donde está. Deja de culpar a tus papás, al estado, al país y empezá a responsabilizarte de tus acciones de cada día.
“Pregúntate si lo que estás haciendo hoy, te llevará a donde quieres llegar mañana”
Walt Disney
Ahí está la respuesta. Sos vos el que elige, sos vos el que actúa o no. Solo necesitas eliminar las trabas de la estructura mental del miedo que nos imponen a medida que vamos creciendo.
Por que si ese momento tiene un motivo y una razón de ser esa es justamente que aprendamos a mantener en nosotros mismos esa paz mental con la que nacemos, esa autenticidad pura que está en nosotros y poco a poco la van desprendiendo de uno como a un pulpo amarrado a una superficie. Nos la van quitando lentamente, las experiencias, las interpretaciones que hacemos de la realidad, los miedos que nos inculcan y la estructura en la que nos educan.
Pero si tan solo volviesemos ahí comprenderíamos que: puta que vale la pena estar vivos!! Entenderíamos de qué va todo esto. Que todo el dolor y sufrimiento que experimentamos por fin van a tener un objetivo, va a valer la pena cada tristeza, cada pena y cada lágrima derramada porque vas a sentir un amor infinito. Te vas a reencontrar con todo lo que amas de vos mismo, vas a sentir tu fusión con el entorno. Vas a volver a sentir esa paz que tanto dolió dejar y vas a ser feliz.
Porque esa es la felicidad que supera cualquier cosa, esa es la felicidad verdadera, la felicidad interna. Donde nada tiene que ver con el exterior, donde el mundo puede estar patas para arriba pero aun así la felicidad en tu interior te desborda y no hay NADA que pueda atentar contra eso.